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Rusia, el mundial que se viene ya!

La historia del fútbol ruso es tan compleja como la cronología política de ese país. Para entenderla, hay que seguir el rastro que condujo desde la monarquía de los Zares a inicios del siglo XX a la construcción y descomposición de la Unión Soviética, de la cual Rusia es directa heredera estadística por decisión de la FIFA.
Así pues, la primera parte de la historia del fútbol ruso no es sino la historia del fútbol soviético.

Por: La Prensa Gráfica

Los albores
La Federación Soviética de Fútbol fue reconocida por FIFA al final de la II Guerra Mundial, en 1946; en ella se aglutinaron todas las asociaciones balompédicas que en la primera década del siglo XX formaron parte de la desaparecida Unión Futbolística de todas las Rusias.


Una selección del Imperio Ruso disputó 16 partidos internacionales amistosos entre 1910 y 1914, incluyendo dos encuentros en los Juegos Olímpicos de Estocolmo de 1921, pero ninguno de estos partidos ni de los de la selección de la ulterior Unión Soviética comprendidos entre 1922 y 1945 es reconocido como oficial por la FIFA.  El primer ciclo oficial del fútbol soviético comienza en 1952, con los partidos que una
selección dirigida por Boris Arkadyev disputó contra Bulgaria y Yugoslavia en los Juegos Olímpicos de Helsinki. Reconocida por la Unión Europea de Fútbol (UEFA)  dos años después, la federación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS, por sus siglas en español, CCCP por sus siglas en ruso) sustentaría a partir de entonces y hasta 1972 una primera época de oro que llevaría al país a cuatro Copas
del Mundo consecutivas y a tres finales de la Eurocopa. Los arquitectos de tal éxito fueron un sistema educativo de inspiración militar que tuvo
a la formación física como un pilar, un sistema de reclutamiento de talento de alto espectro centralizado en los ricos clubes moscovitas (Lokomotiv, Spartak, Torpedo,  Dínamo, CSKA), y la genialidad del entrenador Gavriil Kachalin, que dirigió a la URSS en tres Copas del Mundo entre 1958 y 1970.


Oro olímpico y oro europeo
La presentación en sociedad de la primera gran generación futbolística soviética fueron los Juegos Olímpicos de Melbourne, en 1956: ahí, con Lev Yashin en la meta, y futuros talentos mundialistas como Igor Netto y Valentin Ivanov, los soviéticos eliminaron sucesivamente a Alemania Unida2, Indonesia, Bulgaria y Yugoslavia para llevarse la medalla de oro.
Con seis de esos jugadores como base, Kachalin clasificó a la Copa del Mundo Suecia1958, superando en la eliminatoria a Finlandia y a Polonia, en una serie que requirió de un partido extra contra los polacos, disputado en Leipzig, Alemania Oriental.
Aquel Mundial, el primero sin Jules Rimet como presidente de la FIFA, registró el inicio de la leyenda de Lev Yashin, que sumaría 13 partidos en fase final (récord soviético), los mismos que su entrenador Gavriil Kachalin, así como una importante seguidilla de éxitos internacionales. Baste decir que sólo Alemania Federal y la Unión Soviética alcanzaron sucesivamente los cuartos de final de la Copa del Mundo entre Suecia 1958
y México 1970.
Tras disputar un partido de desempate contra Inglaterra, la URSS superó una primera ronda que tuvo como highlight las atajadas de Yashin en el exigente encuentro contra Brasil, un match histórico porque fue el primero de las carreras mundialistas de Pelé y de Garrincha.
El debut soviético en Copas del Mundo concluyó con una derrota ante la local Suecia que no empañó las buenas sensaciones dejadas por el futuro campeón europeo.
Apenas dos meses después de la eliminación en Solna, la CCCP disputaba contra Hungría los octavos de final de la primera edición de la Eurocopa de Naciones.
Aquella versión inaugural de la Eurocopa supuso partidos a visita recíproca en todas las rondas; la URSS noqueó en fila a Hungría (4-1 en el global), pero luego se encontró con la renuencia española a viajar hasta Moscú para su serie de cuartos de final, por motivos estrictamente políticos. La Guerra Fría impidió un choque prematuro entre dos de las más finas escuelas del fútbol europeo de los 60. 
Luego, los pupilos de Kachalin superarían, en la llave final escenificada en París, a la Checoeslovaquia de Masopust (futura subcampeona del mundo), y en la final a Yugoslavia (futura semifinalista en Chile 1962), con este once: Lev Yashin, Givi Tchokelli, Anatoli Maslyonkin, Anatoli Krutikov, Yuri Voinov, Igor Netto, Slava Metreveli, Valentin Ivanov, Viktor Ponedelnik, Valentin Bubukin y Mikheil Meschki. Yashin y Slava Metreveli alcanzarían incluso la convocatoria a México 1970 una década después.


La Araña
El emblema de esa generación lo fue Lev Yashin, "la Araña Negra", que fraguó su leyenda con grandes actuaciones y algunos horribles momentos en las Copas del Mundo.
Sus números en los Mundiales no son espectaculares, con un promedio de 1.38 goles por partido (18 tantos recibidos en 13 juegos). Su hora más amarga por la Jules Rimet tuvo lugar en Chile 1962, torneo al cual los soviéticos acudieron tras una plácida eliminatoria en la cual ganaron todos los partidos contra turcos y noruegos.
Después de un primer juego en el que firmó un no gol contra Yugoslavia (cerró el arco a cero en cuatro de sus 13 salidas mundialistas), Yashin sufrió un varapalo ante Colombia, aceptando cuatro goles, incluyendo el único gol olímpico de los Mundiales, anotado por Marcos Coll. Su bajo estado de forma en ese juego es todavía un enigma.
La URSS cerró su participación en la 7a. Copa del Mundo con una victoria sobre Uruguay y una derrota ante Chile en cuartos de final. Pero dos años después, Yashin acrecentaría su leyenda con formidables actuaciones en la segunda versión de la Eurocopa, en 1964, especialmente en un 2-0 contra Italia en Moscú y un 3-0 en semifinales ante Dinamarca. En la final, España venció 2-1 a los soviéticos, en Madrid; serían los últimos minutos de "la Araña" en la Eurocopa de Naciones, que apenas disputaría dos partidos eliminatorios en la edición de 1968.
Pero si su carrera ya rozaba el pináculo, lo alcanzaría con creces junto a las nuevas estrellas del balompié soviético en Inglaterra 1966, ahora alternando en el arco con Anzor Kavasashvili.

Una tarde clave para ese estatus de estrella ecuménica fue la del 23 de octubre de 1963, en Wembley, Londres, como arquero de la selección del resto del mundo que homenajeó a la selección inglesa en la celebración del centenario de la Asociación de Fútbol de Gran Bretaña.
Yashin mantuvo el cero durante el primer tiempo, pese a los embates de Bobby Charlton, Jimmy Greaves y compañía. Dos meses después, la revista "France Football" le entregaba el Balón de Oro, primer soviético en recibirlo, único arquero que lo ha ganado.
Lev sólo disputó uno de los encuentros de la fase de grupos de Inglaterra 1966; Kavasashvili defendió el arco en las victorias sobre Corea del Norte y Chile mientras que un Yashin pateando los 37 años se encargó del trabajo en una victoria 1-0 sobre Italia, y después firmó grandes actuaciones en cuartos de final contra Hungría, semifinales contra Alemania Federal y la derrota 1-2 en el encuentro por el tercer lugar contra Portugal. El suéter con que disputó esos encuentros puede verse en el Museo del Fútbol de la FIFA, en Zúrich.
Yashin sólo jugaría un papel simbólico en su última Copa del Mundo, México 1970, y se retiraría en un partido homenaje en mayo de 1971, en el estadio Lenin de Moscú, entre los aplausos de sus amigos Bobby Charlton, Franz Beckenbauer y Pelé. Un Mundial sin la URSS El recambio generacional no sólo incluyó el movimiento de  Kavasashvili por Yashin; ninguno de los titulares que ganaron la final de la Eurocopa 1960 jugaría en el mismo torneo ocho años después. Las nuevas estrellas soviéticas eran ahora Albert Shesterniev y Volodimir Muntian, líderes del grupo que pelearía hasta las semifinales de la Eurocopa Italia 1968, clasificaría a México 1970 y perdería la final europea de 1972.
La URSS tuvo mala fortuna en toda esa ruta, pese a que le sobraba calidad, dirigida de nuevo por Kachalin después del paréntesis de Nikolai Morozov en la Copa del Mundo en Gran Bretaña. 
En la Eurocopa de 1968, tras igualar 0-0 en 120 minutos frente a la selección local en la semifinal, en Nápoles, se debió recurrir a la moneda; el capitán Shesterniev tuvo el dudoso honor de elegir si cara o cruz, y perdió.
La clasificación al Mundial de 1970, conseguida ante Irlanda del Norte y Turquía, consoló un poco a los soviéticos, pero el fantasma de una nueva definición por la moneda rondó durante la media hora de la prórroga en el juego de cuartos de final que los enfrentó a Uruguay en el estadio Azteca.
Faltando tres minutos para irse al cara o cruz, un gol de Víctor Espárrago luego de una jugada que debió ser saque de puerta para la URSS, eliminó a los europeos.
Menos trabajosa fue la final de la Eurocopa Bélgica 1972, en la cual Alemania Federal se impuso 3-0 a los rojos. Esa fue la última gran cita del balompié soviético en una década3; aunque tres de sus clubes llegarían a la final de la Recopa de Europa en 10 años, y dos de ellos -el Dínamo Kiev y el Dínamo Tbilisi- la ganarían, y Oleg Blokhin ganó el Balón de Oro en 1975 enfundado en la camisola del Kiev, la Copa del Mundo se le cerró a la URSS.
Ausente de Alemania 1974 por decisión del Kremlin, que impidió a sus jugadores disputar la vuelta del repechaje contra Chile4, y ausente de Argentina 1978, eliminada por Hungría, sólo la conquista de tres medallas de bronce consecutivas en los Juegos Olímpicos (Múnich, Montreal, Moscú) mantuvo el ánimo y la esperanza de regresar al primer plano.
Otra generación de grandes jugadores se cocinaba a fuego lento, la misma que además de esos logros olímpicos ganaría el primer Campeonato Mundial Sub 20, disputado en Túnez en 1977; entre los jugadores que vencieron a México en la final (2-2, 9-8 en penaltis) figuraban las futuras estrellas Volodimir Bessonov, Andriy Bal y Sergei Baltacha. Sería la primera de cuatro veces en los próximos 15 años en que la URSS visitaría al menos semifinales de un Mundial Juvenil, aunque no volvería a la final después de Japón 1979, cuando la Argentina de un incipiente Diego Maradona frustaría su sueño del bicampeonato.
También en los 80, la Unión Soviética conquistó la edición inaugural de la Copa del Mundo Sub 16 (ahora, Mundial Infantil o Sub 17), disputada en Canadá en 1987. Del grupo que superó a Nigeria 4-2 en penaltis (1-1 reglamentario), sólo merece mención Yuri Nikiforov, futuro mundialista a nivel mayor. 


Segunda época de oro
Una nueva seguidilla de cuatro copas del mundo esperaba a la selección soviética, tres de ellos como la URSS y un cuarto, en 1994, como Rusia. 
Serían años tumultuosos para muchos de sus futbolistas, algunos de los cuales habrían defendido en el término de tres años a tres selecciones distintas, desde la URSS hasta Rusia o Ucrania o Armenia, pasando por la Comunidad de Estados Independientes (CEI).
Una pléyade de formidables jugadores relanzaría al balompié soviético, entre ellos el arquero Renat Dasaev, Ramaz Shengelia, Aleksandre Chivadze, Anatoli Demianenko, todos ganadores de Jugador Soviético del Año al menos una vez en esa década.

Su primer gran éxito fue volver al Mundial, entrenados por Konstantin Beskov, superando invictos la eliminatoria contra Checoeslovaquia, Gales, Islandia y Turquía.
En fase de grupos, tras caer ante Brasil, goleó a Nueva Zelanda e igualó con Escocia, y sólo el gol diferencia le impidió meterse a semifinales tras la segunda ronda, en la que una triangular lo llevó a vencer a Bélgica e igualar sin goles con Polonia.
En la siguiente Copa del Mundo, México 1986, a la que accedió después de apear a Suiza, Irlanda y Noruega y de ser dominada por Dinamarca, la URSS emocionó con un estilo de juego con reminiscencias de la Holanda de principios de los 70, en gran medida por la filosofía ofensiva del entrenador Valeri Lobanovsky, y en otra porque el coach se llevó a 12 jugadores del Dínamo Kiev, con el cual recién había ganado la
Recopa de Europa en mayo, ante el Atlético de Madrid.
Con ese equipo protagonizó un clásico europeo 1-1 contra Francia, que incluyó un golazo de Vasili Rats, y victorias sobre Hungría y Canadá. Pero las buenas sensaciones se esfumaron en octavos de final, superado 3-4 por Bélgica en un encuentro pésimamente arbitrado por el sueco Erik Fredriksson.
El maravilloso equipo de Lobanosky subió su nivel en la Eurocopa Alemania 1988, y no quedó campeón sólo porque se le cruzó la Holanda de Ruud Gullit y Marco van Basten, a la cual venció en la fase de grupos pero no pudo sortear en la final.

Ese mismo año, la Unión Soviética ganó su segundo oro olímpico con una victoria 2-1 sobre el Brasil de Bebeto, Romario y Taffarel. Entre sus filas descollaron el arquero Dmitri Kharin, Oleksiy Mikhailichenko e Igor Dobrovolski.
Esta siembre de futuro, el subcampeonato europeo y el modo en que ganó su boleto a Italia 1990, primera de un grupo que incluyó a Austria, Turquía, Alemania Oriental e Islandia, presagiaba una gran Copa del Mundo para la CCCP, pero resultó un desastre, la peor actuación histórica de la URSS en un Mundial, derrotada por Rumania y Argentina y apenas con un triunfo irrelevante sobre Camerún.
La URSS sólo disputaría 19 juegos más en su historia, el último de ellos un eliminatorio europeo contra Chipre en Larnaca, en noviembre de 1991. El 26 de diciembre de ese mismo año, el Estado fue disuelto.


La CEI
Ya que la URSS se había clasificado a la Eurocopa Suecia 1992, la FIFA y la UEFA accedieron a permitir que un combinado de jugadores de las ex repúblicas soviéticas cumpliera con la obligación, pero bajo el nombre de selección de la Comunidad de Estados Independientes (CEI, por sus siglas en español). Entrenada por Anatoliy  Byshovets, esta selección disputó sólo 10 encuentros, entre enero y junio de 1992, uno
de ellos contra El Salvador, en el estadio Cuscatlán5.
Después de la Eurocopa, en la cual no superó la primera ronda, el equipo se desarmó, y Rusia, Ucrania, Armenia y otras 13 federaciones nacionales de fútbol nacieron a la vida.
La Unión de Fútbol Rusa fue instalada en julio de 1992, y su selección volvió a competir en solitario por primera vez en 78 años en un amistoso contra México, en Moscú, en agosto.
A la fecha, ya compitió como Rusia en las Copas del Mundo de 1994, 2002 y 2014 y las Eurocopas 1996, 2004, 2008, 2012 y 2016.
Muchas decepciones El balance mundialista ruso, excluyendo la herencia estadística soviética, es pobre: 9 partidos, 2 victorias, 2 empates, 5 derrotas, 13 goles a favor, 13 goles en contra. No superó la fase de grupos en ninguno de los Mundiales a los que se clasificó desde 1994. 
Su primera eliminatoria, hacia Estados Unidos 1994, se saldó con un sufrido segundo lugar, superada por Grecia, apenas arriba de Islandia, Hungría y Luxemburgo. Con esas pobres credenciales a nadie sorprendió que no pasara de un triunfo sobre Camerún ni sus derrotas ante Brasil y Suecia.
En ese juego sobre Camerún, 6-1 en San Francisco, el 28 de junio de 1994, Oleg Salenko, un joven y desconocido delantero que militaba en el Logroñés de España, anotó cinco goles y se metió en los libros como el máximo anotador en un solo partido de las Copas del Mundo. Esa misma tarde, en el bando vencido, Roger Milla anotaba un gol histórico a sus 42 años y 39 días.
Para asistir a Francia 1998, Rusia sólo debía superar en un grupo fácil a Bulgaria, pero falló; el repechaje subsiguiente ante Italia nada menos fue demasiado y quedó eliminada. 

Le fue mejor hacia Corea del Sur y Japón 2002, pletórica en eliminatorias sobre Eslovenia, Yugoslavia, Suiza, Islas Faroe y Luxemburgo, pero toda la expectativa se fue al trasto otra vez en primera ronda, a manos de los belgas y de los nipones.
Un paréntesis de ocho años se extendió entre este y su siguiente Mundial; pese a contar con buenos jugadores, como lo demuestran las Copas UEFA ganadas por el CSKA de Moscú en 2005 y el Zenit de San Petersburgo en 2008, Rusia se perdió esas ediciones, eliminada por Portugal y Eslovaquia hacia 2006 y por Eslovenia en un repechaje hacia 2010.
Embarcados en recuperar su competitividad, con presión extra luego de ganar la sede de la Copa del Mundo 2018 en diciembre de 2010, los rusos contrataron al italiano Fabio Capello como seleccionador. La eliminatoria hacia Brasil 2014 fue brillante, prevaleciendo sobre Portugal, Israel, Azerbaiyán, Irlanda del Norte y Luxemburgo, pero el torneo fue horrible, no se ganó ni un partido, se empató con Corea del Sur y con
Argelia, se perdió ante Bélgica y Capello fue despedido.

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